Paz Ponce. La tercera orilla.

Nuno Vicente y el río, el río, el río

Artista visual de nacionalidad portuguesa nacido y crecido en Chartres (Francia), formado en Portugal, tras 7 años afincado en Berlín, Nuno Vicente (1981), está a punto de mudar su estudio a Madrid. Atraído por la riqueza arqueológica y patrimonial del paisaje natural ibérico, le mueve la libertad de un territorio físico que discurre a expensas de las fronteras geográfico-políticas “recientes”. Acostumbrado a estudiar procesos de erosión de 2.6 millones de años, a Vicente le interesan las otras marcas del tiempo, y del hombre. Rechaza el imaginario de un Portugal que sólo vive de cara al mar por su historia de relaciones comerciales con África, Asia y América Latina. Repasa con la mirada las (otras) fronteras acuáticas peninsulares, desliza el dedo por el mapa y atrae la atención por los 1.292 km de bordes interiores del país que avecinan con España. Sigue el curso del Duero, el Tajo, el Guadiana... “los tres grandes ríos de Portugal nacen en España”-comenta. 

Interesado en la naturaleza desde formulaciones filosóficas y científicas, su obra se caracteriza por la integración de elementos naturales evocadores del paso del tiempo ligado a un estado de duda permanente sobre la consistencia de la materia y la percepción de que nada es estático. El agua, la luz o el viento imprimen simultáneamente el simbolismo y el sentido conceptual de sus trabajos. Vicente actúa sobre el paisaje natural, introduciéndolo en el interior del espacio expositivo a través de diversas estrategias estéticas que pueden variar entre la instalación, la escultura, las acciones y la documentación. Su formación en pintura le empuja a explorar materiales que colecciona en la naturaleza en soportes planos como papel y pared, anclados frecuentemente a través del texto y la fotografía. Caminando por la senda de una herencia plástica que vio su apogeo en los años ’60 a través de artistas adscritos a las formulaciones estéticas y políticas del movimiento Land Art o el Arte Póvera, y muy influenciado por los trabajos del físico Ilya Prigogine, la naturaleza de algunas de sus obras es efímera, y la de otras envuelve componentes tecnológicos que en ocasiones requieren la búsqueda por soluciones técnicas específicas que juegan a reinventar estructuras complejas aleatorias y evolutivas. La tecnología le permite activar el mecanismo poético de la obra, y hacerla visible.

Parte de su investigación actual se desarrolla en proyectos site-specific en relación a sitios arqueológicos, interesado en entender la tradición de gestos simbólicos que nos preceden y apropiárselos dentro de su obra como continuación de una larga herencia cultural.

En 2015 gana el Premio Nacional de Artes de la fundación EDP y se desplaza a las regiones del Alto Alentejo y al Valle del Côa, limítrofes entre España y Portugal. Pasa partes del año investigando las escarpadas paredes que como “portas” discurren entre el curso del río Tajo y el arte rupestre prehistórico del río Côa. Decide reactivar la tradición artística de los valles y produce un nuevo cuerpo de obra que presenta en una exposición individual en el Museu do Côa: Pensar o Côa: invenção de uma escrita, escultura e ações efémeras; y una grupal en el Museu da Eletricidade de Lisboa: Prémios Novos Artistas Fundação EDP.

En Escultura dividida - propagación de la luz nocturna en el infinito, un pequeño bote armado con sensores de luz, persianas metálicas, paneles solares y dos espejos simétricos pestañea a la deriva sobre el río Tajo. Durante el día, dos paneles recogen la luz del sol y cubren los espejos. Durante la noche, los paneles se levantan y dejan entrar la luz nocturna a la imagen infinita creada por los dos espejos. Los paneles se cierran otra vez antes del amanecer. La pieza se abre a un juego de reciprocidades estéticas que como un Haiku, dibuja el doble: el deseo de crear un paisaje reflejando la noche. No de re-crear, ni de ilustrar, ni de representar, ni de recordar, ni de retornar. Deseo de ser. Un deseo secreto de ser infinito. Un deseo infinito de ser secreto.

Río abajo, río afuera, río adentro -el río.

(Ese perpetuo pasar).

Apunte #32 del Diario del Río Tajo. Notas del artista mecanografiadas en papel (Museu da Electricidade, Lisboa):

secuencia nocturna a la caída del día: el canto de los pájaros se apaga, las ranas salen en las primeras horas de la noche, el sonido persistente de los grillos - mezcla de sonidos - las notas estridentes de un ave nocturna. El primer reflejo lunar atravesando el perfil rocoso, éxtasis animal, la imagen de la luna ondulando en río, la música continua es frenética. La hora muerta: los animales parecen cansados, silencio, sonidos furtivos. La luna está más pálida, el tiempo se siente extraño, descansando; los pájaros emiten los primeros cantos; el alba.

En Invención de una escritura ocho boyas hundibles de cerámica grabadas por el artista documentan memorias del valle del Côa. Esta pieza sintetiza los esfuerzos en curso del artista por desarrollar un sistema de escritura no alfabético basado en elementos naturales y signos que sirva para registrar recuerdos de la naturaleza. Los signos se pueden combinar para formar significados básicos (por ejemplo, los 5 signos que corresponden a “noche + uno + movimiento + sombra + muchos hombres” se pueden combinar en un cierto orden y significar, literalmente, “en la oscuridad, un hombre tras un grupo no se separa del resto”. Cuadernos del artista “Invención de una escritura”. Museo de Côa, Portugal, 2015).
Cada una de las boyas, de diferentes formas, tiene un agujero en la parte superior, a fin de que las aguas pluviales entren y hundan las piezas cerámicas. Otra secreta complicidad, un ejercicio de correspondencia no verbal de versos sin rima de cinco sílabas del agua para el agua.
Las boyas (y los versos) se hundieron en el río que pasa por el parque arqueológico del Valle del Côa, como donación al parque y como forma de mantener la tradición del arte en dicho valle.

Río abajo, río afuera, río adentro -el río.

(Ese perpetuo pasar).

Ambas obras evolucionan desde un apunte anterior: Notas del diario - Propagación de recuerdos
en el infinito 2014. En esta instalación presente en Espaço 58 en Lisboa, dos espejos se muestran el uno frente al otro y crean un patrón infinito de hexágonos. Entre los espejos hay un trípode que sujeta una luz LED en intermitencia, difundiendo un mensaje en Morse a través de los espejos. El texto emitido por la luz LED narra una página entera del diario del artista: la sensación de estar vivo y tener una conjetura inmemorial de ser uno de esos muchos seres que cayeron al suelo y, momentos antes de desaparecer, vieron el el horizonte en posición vertical. En esta obra el artista se inspira en estudios antropológicos sobre las concepciones paleolíticas de la perspectiva a través del abatimiento de los planos y las triangulaciones entre el hombre, la tierra y el inframundo.

En esta y otras piezas de la serie Notas del diario, Vicente intenta articular un lenguaje plástico que traduzca sus impresiones y memorias físicas de la naturaleza basándose en lenguajes ya existentes, aunque en desuso, como el Morse, o inventados, como en las boyas. El artista supera estas articulaciones, palabras periféricas o ecos culminando en Escultura dividida, donde la única gramática visible recae en la identificación definitiva con la naturaleza como mensaje, corporeizada a través del diálogo que entabla consigo misma en una desembocadura sin márgenes, desplazando la metáfora, la traducción o el símil a una retórica existencialmente ontológica, la del ser, respecto a la del querer devenir.

Memorias de un cuerpo sensible que vivió:
Paz Ponce
Berlín, febrero de 2017

En conversación con Nuno Vicente 
 08.02.17

k-ftisch, Café Collective
 Wildenbruchstraße 86

Berlin